Si la Contraloría General de la República decidiera ejercer en debida forma sus funciones como ente de control fiscal de la Cámara de Comercio de Bucaramanga, Juan Camilo Beltrán Domínguez tendría que pedirle perdón a los comerciantes santandereanos por el manejo de los dineros que éstos le confiaron, así como un día tuvo que darle explicaciones a la Junta Directiva cuando decidió imponer a Sergio Adolfo Velásquez Bastidas en los cuadros directivos de la entidad sin agotar los consabidos procesos de selección para el cargo.
Desde el arribo de Beltrán, hace ya casi diez años, los empleados han tenido que ver día a día no solo los abusos de poder sino también la arrogancia que caracteriza su actuar cuando de atender a las personas se trata. Su partida de las oficinas de la carrera 19 está muy próxima, pero antes de que ello se dé sería bueno anotar en el libro de salida algunas explicaciones que desde hace mucho se han debido dar.
¿De quién es Cenfer?
Según la escritura pública número 7639 del 30 de diciembre de 1991, el Centro de Ferias, Exposiciones y Convenciones de Bucaramanga S.A. se constituyó en una sociedad de economía mixta cuyos principales accionistas son la mencionada Cámara de Comercio, la Universidad Autónoma, el Municipio de Bucaramanga, el Municipio de Girón y el Departamento de Santander quienes para el momento de la constitución y la fecha actual conforman el 85% de las acciones. El 15% restante se encuentra en manos de 115 personas naturales y jurídicas dentro de las cuales se destacan Cemex Colombia, Acueducto Metropolitano, Urbanizadora Marín Valencia, Camacol, la Sociedad de Ingenieros y la Sociedad de Arquitectos entre otros (Ver listado de accionistas).
Han sido todos ellos quienes en su calidad de accionistas han nombrado las juntas directivas que han llevado al fracaso administrativo y financiero de Cenfer, una entidad que a pesar de tener ingresos operacionales por más de 13.300 millones de pesos al año fue considerada inviable, razón por la cual esos mismos accionistas decidieron entregar a dedo la operación comercial a una persona privada no sin antes tener el generoso gesto de despedir a 25 trabajadores de nómina en medio de una pandemia, a pesar de que su grito de solidaridad era: “De esta salimos juntos” ¿Qué ironía verdad?
Se lo están rifando a pedazos
La entrada de un particular a manejar la operación de Cenfer está revestida de intereses personales que la opinión pública seguramente conocerá cuando Juan Camilo Beltrán ya no tenga las llaves de la presidencia y los miembros de la junta comiencen a entender quién estuvo detrás de todo. El Concejo de Bucaramanga expidió hace tan solo cuatro años un comunicado en el que exaltaba la labor de Cenfer como un “sinónimo de solidez y la equivalencia de progreso, desarrollo y generación de empleo”, lo cual hacía imposible pensar que en el 2020 ese mismo centro sería la más clara muestra de la ineficacia de Beltrán como dirigente gremial.
Sin embargo, el fracaso comercial en el que sumió al recinto de ferias, la puerta giratoria en la que se convirtió la gerencia de la empresa y la negociación interna para concesionar el manejo comercial en favor de un privado, no se compara con la compra y venta de predios que se viene haciendo de forma amañada entre Cenfer y la Cámara de Comercio, todo ello con los dineros públicos del registro mercantil.
Otra modalidad de volteo de tierras
Para el mes de diciembre del año 1993 Cenfer comienza a adquirir los primeros predios donde hoy en día se encuentran construidas sus instalaciones. Uno de ellos es el terreno conocido como “Lote Tipo A” localizado al sur de la vía Nacional Girón- Bucaramanga, identificado con el número de matrícula inmobiliaria 300-280822. Sin mediar proceso judicial alguno y en un momento en el que la operación comercial ya había sido concesionada, Cenfer decide vender el 76.89% del bien inmueble aquí mencionado por un valor de 1.990 millones de pesos, para lo cual celebra una promesa de compraventa el 15 de octubre de 2020 con la Cámara de Comercio (Ver compraventa), representada en este acto jurídico por Juan Carlos Rincón Liévano, un hombre con conocimiento en compraventas de terrenos con licencias dudosas en el municipio de Girón (Calle 47 Nº 32-120 del Barrio Bellavista (ver anexo). El valor del predio está sustentado en el avalúo 106-19 efectuado por la Lonja de Propiedad Raíz de Santander el 05 de junio de 2019 a cargo del Valuador Miguel Rueda Ramírez.
El problema es que este avalúo no tuvo en cuenta las afectaciones ambientales por amenazas naturales de movimientos en masa previstos para el sector, así como tampoco evidenció que la viabilidad urbanística del terreno depende de unos movimientos de tierra que desmejoran ostensiblemente su valor comercial y ello sin descontar que el 25% del terreno se encuentra en suelo rural, lo cual imposibilita la utilización de la cuarta parte del mismo, a no ser que la Cámara de Comercio decida incursionar en la siembra de limones y el pastoreo de vacas, porque para completar el chiste, el terreno no tiene acueducto, alcantarillado ni redes de gas (Ver avalúo).
Así es como se gastan los dineros públicos del registro mercantil de los comerciantes de Santander a sabiendas del error que cometieron. Si en Floridablanca “voltearon” las tierras en Ruitoque, aquí voltearon las condiciones de la tierra para que los libros de contabilidad de las dos entidades intenten ocultar una verdad de a puño.
¿Y las entidades de control? ¡Bien, gracias!
Juan Camilo Beltrán no se puede ir del cargo sin explicarle a los más de 86.000 comerciantes que sostienen con su dinero a la Cámara de Comercio de Bucaramanga, las operaciones financieras que se han hecho con la compra de los terrenos de Cenfer. Si los terrenos del recinto ferial fueron comprados con dineros públicos pertenecientes al registro mercantil ¿Por qué años después la Cámara de Comercio vuelve a comprar esos mismos terrenos con dineros públicos para dejarlos a través de un convenio en manos de la misma persona jurídica que los vende (Cenfer)? (ver convenio). Y como si eso no fuera poco, después de comprados los terrenos dos veces se los entregan a un privado para que los explote económicamente.
¿Será que esto es suficiente para que la Contraloría General de la República actúe y la Junta Directiva de la Cámara se despierte? Si no les basta con esto, los invito a leer la próxima semana la forma en que la Cámara de Comercio regala sus recursos a los ricos y niega cualquier descuento a los pobres.