La peor desgracia política que le ha ocurrido a Barichara en toda su historia, ha sido tener a Israel Alonso Agón Pérez como alcalde de la municipalidad y junto con él, a todos los títeres que siempre lo han acompañado en el indebido manejo de los recursos públicos que hoy en día tienen al pueblo sumido en bochornosos actos de corrupción e ilegalidad.

Uno de esos títeres, en mí sentir, es el actual mandatario Alfonso Rodríguez Patiño, un hombre que logró llegar a ese cargo gracias a las dos únicas palabras que se tienen que aprender quienes quieran llegar a trabajar con Agón, las cuales no son otras más que: “si señor”.

Barichara es uno de los 17 pueblos declarados como patrimonio cultural del país, pero muy pocos colombianos conocen la podredumbre de su administración pública y mucho menos la caterva de bandidos que se han venido beneficiando con la ilegalidad de las acciones cometidas por sus funcionarios, los cuales no mueven un solo dedo si desde las tinieblas no se lo indican.

Esta es la primera entrega de una serie de publicaciones que les mostrará a todos ustedes la corrupción que se esconde en el “pueblito más bello de Colombia”.

La ilegalidad de un tubo

Muchas veces las investigaciones periodísticas que terminan revelando las operaciones criminales por corrupción en este país tienen su origen en lo más inimaginable, y en este caso, fue un tubo de PVC utilizado para el desagüe de las aguas lluvias de una casa el que terminó mostrando los favorecimientos ilegales de una administración pública que sigue empeñada en negar la corrupción de sus funcionarios.

El tubo es de propiedad de Luis Carlos Delgado Perea, un antiguo empleado de Nestlé en Colombia que decidió construir su casa vulnerando todas las normas urbanísticas del municipio por encima de las determinaciones de la Junta Local de Patrimonio creada en el 2016 a través de un convenio interadministrativo con el Ministerio de Cultura, donde el director de patrimonio de dicha entidad, el señor Alberto Escobar Wilson-White, aparte de ser un pusilánime en el ejercicio de su cargo, ha convalidado con su silencio que dicha junta tenga dentro de sus miembros a Leandro Johanne Sánchez Silva, un arquitecto que viene siendo investigado por la Fiscalía General de la Nación por los delitos de Urbanización ilegal, Interés indebido en la celebración de contratos, Contrato sin cumplimiento de requisitos legales, Peculado por apropiación, Peculado por destinación oficial diferente, Falsedad material en documento público, Falsedad ideológica en documento público y Prevaricato por acción, el mismo que en vez de tramitar licencias de construcción le vende mentiras a la gente ocultando sus actuaciones en solicitudes de mejoras locativas con las cuales los dueños de las casas terminan siendo investigados por semejante irresponsabilidad, la cual a él no lo cobija por tener a su propia hermana trabajando al interior de la Secretaría de Planeación ¡Bandidos hasta más dar!

Todo esto es solo una parte de lo que se logró descubrir gracias a un tubo, un tubo que en vez de haberlo direccionado hacia las redes de alcantarillado municipal, lo lanzaron hacia la propiedad privada de una humilde habitante de Barichara, gracias a lo cual se lograron hilvanar todos los intereses indebidos del alcalde, funcionarios, ex alcaldes, empresarios, cooperativistas y contratistas alrededor de ese nefasto personaje llamado Israel Alonso Agón Pérez.

Los protagonistas de novela

Esta historia es un mar de complejidades que tendrá que explicarse con filigrana para que la puedan entender todos y, sobre todo, para que los santandereanos entiendan de una buena vez que al municipio de Barichara hay que rescatarlo de las manos de quienes lo han venido destruyendo sin compasión y que hoy en día tienen en un alcalde mentiroso a su más indigno representante. Todos los que a continuación menciono hacen parte de ese monstruo de corrupción que no debe seguir viviendo para las próximas elecciones, razón más que suficiente para revelar durante las próximas semanas el entramado del cual hacen parte:

Alfonso Rodríguez Patiño, Libardo Atuesta Parra, Cristian Julian Carreño Pérez, Ana María Aparicio Angarita, Arnulfo Rodríguez Palacios, Edilia Silva Hernández, Ivan Dario Gómez Fonseca, Fabian Alberto Albornoz Ayala, Jenny Lorena Chaparro Silva, Diego Chaparro, Carlos Julian Henao Ribero, Lucía Torres Rodríguez, Karol Ximena Corzo Niño, Luz Stella Montañez Silva, Wilson Ferney Abaunza, María Margarita Suárez, Silverio Gómez Meza, Eddy Johana Forero, Yolanda Bohórquez García, Lorenzo Carvajal, Lorena Pinto, Dayra Yurley Estevez, María Dolores Perez, Anderson Motta Blanco, Luz Marina Vega Delgado, Diego Alfonso Bayona, Otoniel Bayona, Jenny Chaparro, Yadira Sánchez Silva, Leandro Johanne Sánchez Silva, Raúl Sánchez, Edward Mauricio Sarmiento, Concepción Caballero Macías, Daniel Sandoval, Belkis Marcela Caballero, Jorge Navarro, Jenny Paola Gómez Delgado, Lina Martínez, Gladys Monsalve, José Ignacio Martínez, María Alejandra Martínez, José Ignacio Martínez, Orlando Carreño Cediel, Nelson Carreño Cedial, Jael Samy Camargo Ballesteros, Reinaldo Andrés Pérez, Carolina Ortiz Buenahora, Román Alberto Becerra Gualdrón, Marcela Monsalve Gómez, Alba Lucía Vesga Jiménez, Camilo Gutierrez Monsalve, Robert Julián Murillo Bautista, Elisa Ardila Buenahora, Yaneth Bueno Prada, Andrés Romero Durán, Meuro Alexander Carreño Pineda, Luis Alberto Gómez Gualdrón, Juan de Dios Barrera González, Jorge Alberto Hernández, Marisol González Sánchez, Liliana Castillo, María Macías, Pablo Alberto Figueroa López, Henry Bohórquez Sosas, Juliana Bohórquez Guiza, Consuelo Gómez Eslava, César Carvajal Corredor, Lorenzo Carvajal, Wilson Ortíz, Nohora Smith Sánchez Doncel, Camilo Quintero, Ezequiel Alarcón Silva, Raúl Fernando Mantilla, Jesús Leonardo Moreno Moscoso

¡Aquí comienza el fin de su historia Israel Agón! y el inicio de un cambio para Barichara. Próxima columna: Barichara: una finca de bandidos
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