El edificio de la UIS no es una obra de Petro ¡Punto!
Que equivocado está el presidente Petro, porque el café arábigo no es de Arabia, ni el edificio de salud de la Universidad Industrial de Santander lo hizo su gobierno. Esas son dos cosas que bien vale la pena aclararle a la gente, porque en Colombia no puede seguir permitiéndose que la mentira y los discursos amañados se impongan, por más que los quieran replicar esos mal llamados “influencers” gubernamentales que, más que informar, se han dedicado a destruir reputaciones, insultar verdaderos periodistas, sicariar desde las redes a sus críticos y divulgar falsedades con las que pretenden construir una narrativa oficialista que no existe.
Ahora resulta que la obra de la Facultad de Salud de la UIS es un “triunfo del cambio”. Sí, claro. Como cuando uno llega a la casa, la comida ya está servida y se atribuye haber cocinado. Lo que vimos en la inauguración del Complejo Científico no fue más que otro episodio del realismo mágico del petrismo: apropiarse del trabajo ajeno con la naturalidad con la que se sirven un café sin saber de dónde viene.
Este edificio no es producto de la voluntad mesiánica del presidente, ni de un repentino amor por Santander, sino de un proceso de planificación y financiamiento que viene de atrás. El Pacto Funcional de Santander, firmado el 31 de octubre de 2020, bajo el gobierno de Iván Duque, fue la herramienta de gestión que permitió que esta obra se materializara. En total, 1,7 billones de pesos fueron destinados a 137 proyectos en la región, y para la modernización de la Facultad de Salud de la UIS, se invirtieron 114.196 millones de pesos. Y sin embargo, ahí estaba el presidente, inaugurando como si el presupuesto hubiera salido de su bolsillo. Siendo justos, este no es el primer caso de robo descarado de autoría en la historia, pero sí uno de los más descarados de los últimos tiempos. Se apropian de las obras de los demás con la misma facilidad con la que justifican su falta de resultados: con discursos inflados y el aplauso pagado de su séquito digital.
Pero lo que más sorprende no es el gobierno, que ya ha demostrado que su especialidad es vender humo, sino los aduladores que, sin una pizca de vergüenza, celebran logros que no existen como si fueran auténticos fanáticos de la posverdad, porque en la secta gubernamental dudar equivale a traicionar. En Santander ya nos tienen identificados: no votamos por Petro y ahora nos quieren convertir en testigos de cosas que no hicieron. Lo que nos lleva a la gran pregunta: ¿qué ha hecho realmente este gobierno por la región? Porque por más vueltas que le demos, la respuesta sigue siendo la misma: nada. En este país, lo mínimo que se puede exigir es que si van a robarse algo, al menos que no sea la verdad. Pero claro, en el Pacto Histórico, la verdad es lo primero que siempre se desaparece.