Llenarse de enemigos cada semana por escribir la verdad de muchas cosas amerita de vez en cuando un descanso para narrar de forma más positiva la realidad de los santandereanos. Por eso decidí conocer a fondo los problemas y las necesidades de los pueblos de la Provincia de Vélez, comenzando por el Municipio de Puente Nacional y, de esta manera, aportar desde mi punto de vista soluciones de desarrollo para la región.

Sin embargo, mis letras parecieran tener un “sino trágico” que impide casi siempre variar el triste repertorio de corrupción al que ya todos pareciera que estamos acostumbrados. Al minuto de anunciar en las redes sociales mi nueva intención me dieron a conocer seis denuncias de corrupción de ese territorio, las que bien hubieran podido llevar el propósito de este artículo al traste.

Pero el deseo de ver las cosas de forma diferente me obligan a escribir después sobre los favorecimientos indebidos que el ex secretario de infraestructura, Carlos Alberto Díaz Barrera, tuvo para con los constructores del puente vehicular sobre el Río Cuchinero en las veredas Popoita y Resguardo (contrato departamental 637 de 2019), el indebido direccionamiento contractual del municipio y la gobernación en el proceso de construcción de redes de acueducto y alcantarillado adelantado por la empresa Proinvías S.A.S. (Contrato Municipal 197 de 2019) y los guardados de la remodelación de los parques del municipio a cargo del consorcio Parques Puente Nacional, representado por Johany Alberto Ramírez Otero, el mismo representante de Proinvías S.A.S. ¡Respiremos!

Diputados: ¿Ya pensaron en esto?

Puente Nacional es un referente en la historia del continente americano y, por supuesto, en el surgimiento político de nuestra nación. Allí se gestó la primera victoria de Los Comuneros en contra de Los Realistas, lo cual nos permitió tener la libertad que hoy como pueblo ya hemos olvidado.

Si las piedras de esos caminos hablaran nos recordarían la deuda que tenemos con esa tierra por el enorme sacrificio que muchos hombres y mujeres rindieron por la patria. Por eso resulta importante recordarle al señor gobernador que el reconocimiento de la grandeza de un pueblo no se mide por el número de las obras que allí se lleven a cabo, sino por la real importancia que tengan las mismas para el bienestar de los ciudadanos.

Eso lo supo entender en su momento el ex gobernador Eduardo Camacho Gamba (QEPD), quien tuvo la capacidad de imaginar el porvenir y fue por ello que trabajó incansablemente para que los puentanos tuvieran en su terruño el lugar más apropiado para crecer como personas. Muestra de ello fue el apoyo que le dio constantemente a la Escuela Normal Superior Antonia Santos dirigida por la Congregación de las Hermanas Terciarias Capuchinas, quizás la institución educativa más bella de Santander.

La importancia de esta institución se encuentra en el coraje que han demostrado esas religiosas por inculcar los valores morales al interior de la sociedad, así como también en el compromiso que han tenido sus directivas por hacer del colegio un núcleo de desarrollo académico muy destacado a nivel regional. De ahí la importancia de que el gobierno departamental, en conjunto con las Unidades Tecnológicas de Santander, se sienten con el alcalde municipal y la comunidad religiosa para que los programas académicos de la institución universitaria se pongan al servicio de la gente en Puente Nacional.

Señor Lengerke, las hermanas lo esperan

Las Unidades Tecnológicas son un establecimiento público del orden departamental con un marcado liderazgo en materia de educación virtual, lo cual le permitiría extender con mediana facilidad su red universitaria por todo el departamento.

Además, la comunidad estudiantil de Puente Nacional es lo suficientemente grande para contar con una institución de educación superior, propendiendo de esta manera por la consolidación de las familias, para que llegado el momento en que sus jóvenes deban decidir dónde cursar estudios superiores no tengan que abandonar el municipio buscando un mejor porvenir al no encontrarlo en su propio territorio.

Lo importante aquí es constituir un polo microregional de desarrollo dirigido a crear las condiciones indispensables para garantizar en el sector rural la oferta de programas educativos que potencialicen y hagan rentable el trabajo en el campo o desde el campo. Las Unidades Tecnológicas pueden aportar muchos insumos para este proceso de cambio, pero solo el campesino mismo será quien pueda poner en marcha la transformación de su propia vida.

Por ello resulta necesario un pequeño empujón por parte del gobierno departamental si se quiere continuar con la transformación educativa en la provincia. Si no se tiene la capacidad de imaginar el porvenir, no se podrá superar el presente. Ese deseo de las hermanas de la Escuela Normal no solo es un derecho que se han ganado por las décadas de entrega a la juventud puentana, sino también un deber de reconocimiento para con la grandeza su historia como pueblo.

Comparte este artículo