El 5 de noviembre de 2020 advertí en esta misma tribuna lo ridículo que resultaba ver al alcalde Juan Carlos Cardenas Rey celebrando la promulgación de una ley que le traería inversiones por diez billones de pesos a la ciudad. La ignorancia en materia de política fiscal y hacienda pública demostrada en las declaraciones de este mandatario dejaba vislumbrar el ridículo que tarde o temprano terminaría haciendo y ese temprano ya llegó.
Después de gritar a los cuatro vientos que esta ley les permitiría gestionar recursos para “cerrar una brecha de pendientes históricos en materia de infraestructura, salud, deporte y cultura”, terminó, como buen incapaz que es, echándole la culpa a los congresistas santandereanos por no tener ningún proyecto andando.
A Cardenas se le olvida, por culpa de sus innumerables guayabos, que la administración pública vive de realidades y no de sueños tontos. Si fuera un hombre con algo de sensatez y un mínimo de conocimiento de la cosa pública, hubiera gestionado una cita con el ministro de hacienda para conocer de primera mano si la famosa ley de los 400 años tenía apropiación de recursos o no, con lo cual no solamente se habría evitado el oso monumental que está haciendo hoy en día, sino también, hubiera aprendido que al gobierno nacional no se le llevan propuestas ridículas como un cumbiodromo sin soporte presupuestal sino proyectos ajustados a un marco fiscal que en su infinita incompetencia este alcalde sigue sin conocer.
Vendedores de humo
A la par del chiste flojo en el que se convirtieron las palabras de Cardenas, se encuentran los que se pelean por ser reconocidos como los creadores de semejante idea tan “maravillosa”, los mismos que se imaginaban que los 400 años de Bucaramanga se celebrarían por las calles de la ciudad trayendo el carnaval de Barranquilla, la feria de las flores de Medellín, el festival vallenato, el festival de teatro de Bogotá y cientos de pendejadas más que terminarán reduciéndose a un baile de cumbias en el Teatro Santander con la participación de un alcalde postizo que se dedicará a repetir como una lora vieja la necesidad de superar los famosos “pendientes históricos” que ni él mismo vislumbra por haber estado por fuera de Bucaramanga tapándole los negocios chuecos a Cemex.
Ya pasaron 18 meses desde que Cardenas llegó al poder y no fue capaz de entender que el tiempo para presentar proyectos, ejecutarlos y terminarlos ya se agotó y es por eso que terminará su mandato dando vueltas dentro un vaso con agua sin ninguna ejecutoria importante para la ciudad, comprándole tecnología Cisco a sus amigos a costa de los impuestos de los bumangueses para quitarles el hueso en el que ellos mismos se metieron, adjudicando un par de concesiones que le den la tranquilidad económica por los años venideros y seguir complaciendo a una clase empresarial que con mucha “altura y glamour” se roba la plata de los santandereanos a través de convenios con la Cámara de Comercio, el Panachi y las instituciones educativas desde donde con una pulcritud vedada manifiestan “seguir expectantes” ante las ejecutorias de este mandatario en las diversas instituciones públicas a su cargo y en las que pueda ejercer influencia, como resulta ser el Acueducto de Bucaramanga, una entidad que pasó de ser el ejemplo de recorte presupuestal innecesario, a convertirse en la caja menor del Kinder y de las empresas que falsamente les certificaron una experiencia a todos sus integrantes, cuando en honor a la verdad no aguantan una simple revisión contable por parte de la Dian.
En este punto es necesario preguntarse ¿En dónde están los creyentes de la Ley Bucaramanga 400 años? ¿Quién le va a pedir disculpas a la comunidad académica de los colegios Santander, Inem y Dámazo Zapata por llenarlos nuevamente de ilusiones vanas? ¿Quién va a volver a cotizar los fabulosos buses eléctricos que iban a transitar por las calles de la ciudad? y sobre todo vale la pena preguntarse ¿Qué tiene que decir la representante a la Cámara por Santander Nubia López por su tan cacareada gestión? ¿O será que tenemos que esperar la promulgación de la Ley Bucaramanga 401 años para volverla a escuchar?
Dejen de decirle mentiras a la ciudad de una buena vez por todas y comencemos a reconocer que estamos en manos de un oportunista aparentador y una clase dirigente que no es capaz de hablarle con la verdad a sus electores.