Mientras todos miran a otro lado, quieren meter una reforma tributaria silenciosa. Más cobros, más cargas, menos transparencia. ¡Es hora de abrir los ojos!
Mientras los ciudadanos luchan por sobrevivir a la inflación, el desempleo y la inseguridad, el Concejo Municipal de Bucaramanga y la administración local avanzan en silencio con un plan que podría convertirse en uno de los golpes más duros al bolsillo de la clase media: una reforma tributaria encubierta, que es en últimas, lo que tanto se le critica a Petro. El Proyecto de Acuerdo 031 de 2025, que se presenta como una inocente adición presupuestal de 32.600 millones de pesos (que ya les había advertido), esconde una jugada mucho más peligrosa: la apertura para modificar el Estatuto Tributario de la ciudad. Un movimiento discreto, camuflado entre cifras, pero que tendrá efectos devastadores si no se detiene a tiempo. ¿Quiénes serán los primeros en sentir el golpe? Transportadores de plataformas digitales como Uber, InDriver y Cabify. Empresas de domicilios. Trabajadores de Webcams. Emprendedores e influenciadores digitales. Todo aquel que haya encontrado en las nuevas tecnologías una forma honesta de ganarse la vida será el blanco perfecto para nuevas cargas tributarias. El proyecto no lo dice de frente, pero la jugada es evidente: buscan ampliar la base de contribuyentes en sectores no tradicionales para tapar los huecos fiscales de la mala gestión administrativa. Y lo más indignante: lo hacen en silencio, sin un verdadero debate público, sin socialización con los sectores afectados, confiando en que el ciudadano común siga distraído mientras avanza la emboscada tributaria.

Hoy la ciudadanía debe abrir los ojos. Porque mientras usted pelea por llegar a fin de mes, el gobierno de Jaime Andrés Beltrán ya planea cómo sacarle un poco más de lo que no tiene. Y cuidado: si el Concejo se atreve a aprobar esta trampa, cada concejal que levante la mano será directamente responsable del nuevo golpe contra los ciudadanos que luchan por sobrevivir. No solo cargarán con el peso de su decisión, sino que podrían protagonizar el peor revés político que hayan soportado en sus vidas. Porque créanme: en plena campaña electoral, muchos estarán más que dispuestos a llenar las redes sociales con videos de los afectados recordándoles, uno por uno, el precio de su traición. Si de verdad quieren mejorar las finanzas de la ciudad, empiecen por eliminar los gastos inútiles, recortar los contratos de papel en las entidades descentralizadas, y comiencen a exigirle resultados a tanto asesor improductivo que hoy se come el presupuesto sin entregar ninguna contraprestación a los ciudadanos. No sigan buscando en el bolsillo de la gente lo que desde hace mucho rato se está perdiendo dentro de los suyos. Y que a los concejales les quede claro algo: si aprueban esta reforma encubierta, la pintura de verdugos de la economía popular les quedará en las manos como óxido en chatarra vieja: visible, corrosivo e imposible de ocultar. Comencemos a entender de una buena vez, que al municipio de Bucaramanga no le falta plata, lo que le sobra es desvergüenza.