Las calles de El Socorro representan para los colombianos los canales naturales por donde se desbordó la libertad de una nación que aún sigue admirando la existencia de este municipio y la descendencia de un pueblo que no ha dejado de ser un orgullo para el país.
De ese pueblo proceden mis ancestros y en Palmas del Socorro tengo sembradas gran parte de mis alegrías y enterradas muchas de mis tristezas. Por eso estas letras no puedo dejar de escribirlas en primera persona ya que de lo contrario sería engañar el alma y no reconocer como propio el sentimiento de indignación que me producen las preocupaciones de sus habitantes.
El Socorro me enseñó que la muerte por un ideal es un paso necesario cuando la vida se dedica al bienestar de los demás. Pero sobre todo, me enseñó a sentirme orgulloso de la sangre comunera que corre por mis venas, la misma sangre de todos aquellos que engrandecieron una tierra a la que nunca hay que dejarle de pagar el sacrificio que hizo por la dignidad de todos los colombianos.
El Socorro y sus mujeres
Hablar de heroínas es muy fácil y El Socorro tiene las páginas de su historia llenas de ellas. Son tan importantes las mujeres para esta tierra que en las elecciones del 2019 solo existieron candidatas para ocupar la alcaldía municipal y una de ellas, Claudia Luz Alba Porras Rodríguez terminó siendo la escogida por los votantes. Su solo nombre evoca una de las más importantes épocas políticas de la región cuando El Socorro tuvo la inmensa fortuna de tener como alcaldesa a su tía Luz Alba Porras de Gómez, la mujer que en tres momentos distintos de la historia logró darle a esta ciudad las mayores obras de infraestructura que hasta el día de hoy nadie ha igualado.
Por eso mismo es que su actual mandataria carga encima con el peso de una historia que si no llega a ser capaz de superar, podría terminar recorriendo el mismo camino de los monjes capuchinos en búsqueda del magdalena por los cerros de occidente en el año de 1810.
Su tía Luz Alba es una insignia para los socorranos y a medida que pasa el tiempo su legado se vuelve más importante para todos los que amamos esa tierra. Nadie, excepto sus enemigos y contradictores, espera que le vaya mal a Claudia en el ejercicio de su gobierno, porque la ciudad necesita trascender y constituirse en la verdadera capital de provincia que todos anhelamos.
Es incomprensible que en los últimos años El Socorro no haya sido capaz de cohesionar a los demás pueblos comuneros para obtener juntos una curul en la Asamblea de Santander que represente ante el gobierno departamental los intereses de la región. Esta es una situación que debe comenzar a analizarse desde ya para consolidar una verdadera incidencia política en las decisiones departamentales. Claudia Porras representa los intereses de todos los socorranos, pero debe ser ella la primera persona que adquiera consciencia de lo que eso significa. Como mujer tiene la enorme responsabilidad de pasar a la historia sin que la arrogancia y el egocentrismo envuelvan sus actuaciones públicas.
Las sombras de un conde en el camino de la alcaldesa
La Hacienda Majavita comprada en el año de 1905 por el Conde del Cuchicute ha permanecido en el tiempo observando de forma impasible el paso de todos los alcaldes en El Socorro. Cada uno de ellos ha dejado, a su manera, la historia con la que hoy se les recuerda, pero solo el Conde fue capaz, en medio de la locura que le endilgaron, de sobreponerse al olvido. Ese es el camino que debería recorrer la alcaldesa, el de la grata recordación y la construcción de las obras que dejen para siempre su nombre en la historia de la ciudad que hoy dirige.
El solitario José María Rueda Gómez, el Conde, le escribió en alguna oportunidad al administrador de sus bienes que era “necesario juntar la actividad y el espíritu de progreso, que son atributos de la juventud, a la circunspección y a la solidez que pertenecen a la edad madura”.
Si Porras Rodríguez le presta atención a estas palabras podrá avanzar más allá de las metas que se trazó desde su llegada a la alcaldía, pero sobre todo, concentrará en la interioridad de su ser la fuerza que tenían en el corazón nuestros ancestros y el empuje empresarial de un hombre que como el Conde prefirió que lo enterraran de pie para no inclinarse ante la muerte, lo que en el fondo no era otra más que la intención de recordarle al mundo que la vida hay que asumirla sin inclinarse ante la adversidad. Siga esa enseñanza señora alcaldesa y le aseguro que el legado de su familia seguirá perenne en el tiempo.