Si hubo algo que los habitantes de los Llanos Orientales demostraron en la elección presidencial, con excepción de los territorios ocupados por los grupos al margen de la ley, es que son una región que sigue creyendo en el trabajo y en la democracia, dos elementos que el gobierno de Gustavo Petro comenzó a desconocer desde el mismo momento de su posesión.

Una cosa es el discurso y otra muy diferente la puesta en práctica del mismo, algo a lo cual ya estamos acostumbrados los colombianos cada vez que un político se nos presenta como el salvador de la Patria y termina ahogándose en un mar de babas por su propia falta de liderazgo ante los ojos de un país decepcionado que comienza a perder la fe en sus gobernantes. La libertad de esta nación se dio gracias los llaneros y a sus mujeres valientes quienes en medio del más aciago momento terminaron salvando la patria ante la presencia de un Bolívar ya derrotado con sus rodillas entre el fango y su honra teñida con la sangre de los muertos que abundaban a su alrededor.

Hoy Petro no se cansa de rendirle honores y entregarle bondades a su séquito más cercano en los salones de la oligarquía santafereña que tanto quería combatir, oligarquía a la cual no solo no le quitó el poder como lo prometió en la ciudad de Villavicencio un día, sino también, le encomendó la tarea de menospreciar el papel que tenía el pueblo llanero de ser el constructor revolucionario de su mandato. Se le hizo agua el discurso y los llaneros se quedaron sin una representación honorable en las instancias de poder al interior de un gobierno que prometía cambiar las estructuras sociales de este país.

De ahí que sigamos viendo en el departamento de Arauca a un ELN asesinando soldados a diestra y siniestra, a una gobernadora corrupta como lo es Indira Luz Barrios Guarnizo entregando a dedo más de 90.000 millones de pesos a una asociación de municipios costeños sin elementos de identidad cultural o económica con la región, tal cual lo denunció la representante a la Cámara Lina María Garrido, y sobre todo, el aumento de muertes violentas en los mismos resguardos indígenas donde se prometió que Colombia sería una potencia mundial de la vida. Circunstancias que se repiten en el departamento del Meta, donde sus 29 municipios viven la zozobra de tener a los mismos grupos delincuenciales amparándose en la farsa de la paz total para fortalecer sus negocios criminales en la región.

Como si no fuera poco, en los Departamentos de Casanare y Vichada la violencia la están experimentando con mayor desespero ante la falta de vías de comunicación que conduce a que las ayudas del gobierno no lleguen y los productos de comercialización no salgan, sin descontar obviamente la corrupción rampante en municipios como Pore, donde al alcalde se le dio por comprar balones de voleibol a 527 mil pesos.

Es por eso que este pueblo debe organizarse alrededor de un nuevo liderazgo político y una Fuerza Popular que luche por sus causas, porque el presidente que ganó sin sus votos ya los tiene en el olvido ¡Cuenten conmigo!

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