La mayor parte del territorio del municipio de Güepsa, en el departamento de Santander, está cubierto por una extensa siembra de caña panelera que en nada le importa al gobierno nacional, así como tampoco es objeto de protección por parte del gobierno departamental, excepto, para incluir una que otra frase de respaldo a los cultivadores en los discursos públicos y un par de titulares para sobredimensionar el hecho de haber ayudado a comercializar 5 toneladas de panela en un evento social, cuando la realidad indica que en Colombia existen más de 200.000 toneladas de excedente de este producto aguardando por ser vendido.
Ese 0.0025% de panela vendida en la Gobernación de Santander, es lo que debería generar una profunda reflexión acerca del papel que viene desempeñando la señora Rosmary Mejía Serrano en la secretaría de agricultura del departamento, porque transcurridos ya nueve meses desde la llegada al poder de Mauricio Aguilar, la política agrícola de un “Santander para el Mundo” pareciera estar abandonada en algún escritorio del palacio amarillo.
La necesidad de una estrategia para el campo
La victoria electoral del gobernador se dio gracias a los votos de los campesinos, quienes tienen en su imaginario que el apellido Aguilar es el único que logra comprender sus ingentes necesidades. Por ello resulta inentendible que se hubiese tomado la decisión de entregarle la cartera de agricultura, solo por el hecho de cumplir un compromiso político, a una persona que no conoce en lo más mínimo la realidad del campo santandereano ni sus más elementales dinámicas.
Más de 1.300 veredas confían en que el gobierno departamental de la mano con los 87 alcaldes, estructuren un plan estratégico que logre articular la inversión social con el desarrollo vial y la tecnología en aras de implementar en el territorio la agricultura sin labranza o de conservación, la irrigación de precisión y la utilización de residuos agrícolas para generar energía, entre otras innovaciones que no se están aplicando y que bien valdría la pena explorar.
La misma historia de siempre
Los cañicultores de la Hoya del Río Suárez llevan años buscando la construcción de una planta homogeneizadora de mieles que les permita tecnificarse y aumentar sus ingresos, pero lo único que han recibido son portazos en la cara y, a veces, promesas que hasta el día de hoy no se han hecho realidad. Aquí se ha venido desconociendo que el subsector panelero no solo es la segunda agroindustria en importancia social del país, sino también, uno de los más importantes renglones de la economía santandereana.
Didier Tavera Amado, ex gobernador con raíces muy profundas en el municipio de Güepsa, prefirió destinar 10.000 millones de pesos a un convenio con la Universidad Industrial de Santander para investigar el desarrollo de productos con el mucílago del cacao, desconociendo que desde hace más de 70 años los campesinos de la región del Chucurí ya lo vienen haciendo con éxito ¿Por qué no destinó esos dineros provenientes de las regalías a la construcción e implementación de las plantas de mieles en la provincia de Vélez? ¿Sería por qué era más fácil robarse los dineros públicos en estudios que en la entrega de maquinaria para el beneficio de las familias campesinas del pueblo que lo vio crecer? A la Asamblea Departamental le queda la tarea de adelantar un debate sobre este convenio, el mismo que ha permanecido escondido a la vista de los ciudadanos sin que nadie conozca la entrega de sus resultados.
La realidad del campo no está en las oficinas
Que los paneleros no aguantan más es algo que todo el país sabe y, por lo tanto, se torna inaceptable que, cuando ya han pasado nueve meses del primer año de mandato, el gobierno departamental no haya dado muestras de soluciones reales para con el gremio panelero. La Secretaria de Agricultura debe entender que tiene en sus manos el futuro de miles de familias a quienes no les importa si su nombramiento fue una cuota política para responder el apoyo electoral de un ex alcalde o no. Eso ya pasó. A los campesinos lo único que les importa es que cumpla con su trabajo, que recorra las carreteras veredales y se dé cuenta de las dificultades que tienen para sacar los productos de sus fincas, que se tome un café con ellos mientras escucha sus necesidades y encuentran una solución conjunta. Pero quedarse detrás de un escritorio no le va a ayudar en nada al sector rural.
Desde esta tribuna se le invita a que le cuente a los santandereanos ¿Cuántos municipios ha visitado en el ejercicio de sus funciones como secretaria de despacho? ¿Cuántas reuniones ha tenido en la región afectada con el gremio panelero? ¿Cuántos encuentros juveniles rurales ha liderado? ¿Cuántas reuniones ha sostenido con el SENA para implementar una educación técnica dirigida al sector? y ¿cuáles han sido los contactos con el sector privado para brindarle apoyo a los productores? Sus respuestas servirán para calificar su entrega como funcionaria en el ejercicio de uno de los cargos más importantes en la región.
Salga doctora Mejía, recorra el campo y comience a mirar a los ojos a quienes están luchando día a día para que usted tenga en su despensa lo necesario para comer, porque solo de esa forma podrá entender qué acciones son las que necesita emprender en el ejercicio de su cargo.