La historia de los santandereanos siempre se resume en la historia de un camino. Cuando se recorre el departamento y se habla con su gente, de las primeras cosas que llegan a la mente es el sendero de las fincas, los atajos de los niños para ir de un lugar a otro o las trochas abiertas por los obreros que con el transcurrir de los años terminan siendo un patrimonio del pueblo. No existe un camino sin historia y es por eso que el “Sendero de los Caminantes” no podría existir si no tuviera la suya.
La doble moral de algunos
En los municipios de Jesús María y Florián, al sur del departamento en la provincia de Vélez, se encuentra en ejecución el proyecto de expansión del gasoducto de Cusiana sobre el tramo Puente Guillermo - La Belleza en el cual vienen siendo intervenidos más de once kilómetros en el sector rural para instalar un loop (línea de gasoducto) de 30 pulgadas de diámetro.
Once kilómetros de intervención sobre una de las zonas ambientales más bellas del departamento sin que hasta el día de hoy alguien haya salido a protestar por la tala de árboles nativos de esas municipalidades. Por eso resulta contradictorio ver a los críticos del “Sendero de los Caminantes” que se viene construyendo sobre los cerros orientales de Bucaramanga, generando un escándalo por la caída de un árbol en las inmediaciones de la obra, desconociendo que dicho árbol había crecido sobre una cañada que durante 40 años fue un relleno de escombros y basura que servía de puente para llegar a un motel sin licencia de construcción alguna.
Esas mismas personas son las que nunca hicieron nada por defender los cerros orientales cuando hace poco tiempo se comenzaron a ocupar con construcciones ilegales sobre el sector de La Malaña, convertidas hoy en mansiones sin control administrativo alguno. Tampoco dijeron nada cuando se siguieron destruyendo los últimos reductos verdes que existían en los barrios Buenos Aires y Albania en la Comuna 14. Y mucho menos han salido a criticar la actual destrucción de los cerros sobre la carretera que da salida a la ciudad de Cúcuta más arriba del sector de Morrorico.
Una destrucción constante y permanente que no ha tenido ninguna protección por parte de las autoridades ambientales, quienes han estado más ocupadas entregándole los dineros públicos a contratistas como Óscar Mauricio Moreno y Miller Castaño, quienes con sus empresas han recibido más de $10.000 millones de pesos en los últimos cuatro años por parte de la CDMB para sembrar arbolitos que nadie ve.
Ataques sin fundamento
Uno de esos críticos es el ex concejal Edgar Suárez, a quien tuve la oportunidad de escuchar en una entrevista que le hizo el periodista Alfonso Pineda Chaparro en su programa “últimas noticias”.
Suárez, quien se opone de forma acérrima a la obra pública que piensa conectar por intermedio de un sendero a la comuna 14 con la comuna 12 partiendo desde el predio del antiguo restaurante El Corcovado hasta la vía del barrio El Jardín, hizo alusión 23 veces al ex alcalde Rodolfo Hernández para llamarlo en 13 ocasiones populista y en 10 oportunidades corrupto al considerar que la construcción del sendero beneficia los intereses personales del ex mandatario, desconociendo de forma acomodada que el único predio que tiene el ingeniero Hernández se encuentra a más de dos kilómetros de la obra proyectada.
El desconocimiento sobre lo que habla el ex concejal es tan grande, que al momento de preguntársele si los predios de Hernández quedaban cerca del sendero, su respuesta fue: “En el mapa que me manda Jorge Afanador al parecer es como si los senderos por la parte alta de los cerros orientales llegaran o se acercaran hasta el predio del populista corrupto Rodolfo hernández”.
¿Al parecer? ¿Es como si llegaran o se acercaran? ¿Esas son las pruebas con las cuales se acusa a una persona? Esta acusación sin fundamento se cae aún más cuando en esa misma entrevista se le preguntó si conocía quiénes eran los dueños de los predios y no supo responder, así como tampoco pudo contestar quiénes eran las empresas contratistas porque, según él mismo, no fue capaz de abrir el secop, y para concluir su elegante intervención llamó ratas a todos los ambientalistas que no han dado su punto de vista sobre el asunto.
Declaraciones como estas sirven para demostrar que la mayoría de los ataques que recibe el proyecto provienen de los odios y las malquerencias de quienes sin ningún rigor académico ni responsabilidad social inician luchas sin sentido.
Procesos constructivos inviables
El escritor santandereano Pedro Gómez Valderrama desentrañó en su obra “La otra raya del tigre” el verdadero significado que tiene para esta región la reconstrucción de un camino, que es en últimas lo que se pretende hacer con la obra denominada el “Sendero de los Caminantes”, que muy al contrario de lo que afirman algunos, no está inmerso en ningún bosque nativo. Así lo certifican funcionarios de Parques Nacionales de Colombia, pues fue la familia Puyana la que en el siglo pasado ya había convertido esa zona en los potreros de su hacienda.
Otra evidencia es el barrio conocido como “Los Anaya”, el rezago constructivo que da cuenta de la existencia histórica de los antiguos vivientes y trabajadores de la finca que allí había. Además, bien entendidas, las obras que se vienen adelantando son un importante aporte urbanístico para la ciudad, fundamentado en una metodología de intervención que contradice los ataques de los opositores que hablan de un futuro proceso constructivo a su alrededor, cuando lo cierto es que la zona adquirirá una triple connotación de protección ambiental que imposibilitará el desarrollo urbanístico en la zona dado que el sendero hace parte del sistema de parques metropolitanos.
Los verdaderos intereses de la CDMB
El show orquestado el 3 de junio de 2020 por la Contraloría Municipal y la CDMB, en cabeza de su director Juan Carlos Reyes Nova, para el sellamiento de las obras adelantadas por la empresa Biotecnología de Colombia S.A.S., no deja de ser contradictorio frente a la posición que la misma entidad ambiental asumió con la construcción del parque “Carlos Enrique Virviescas Pinzón” en la comuna 12 y con los extraños movimientos administrativos para habilitar urbanísticamente el predio vendido a la sociedad Distracom S.A. sobre la autopista que de Bucaramanga conduce a Girón, del cual el ex funcionario Edward Quintanilla aún le resta mucho por contar respecto de la grabación que le hicieron cuando realizó la visita oficial a ese terreno.
En estas dos oportunidades la corporación consideró totalmente viable adelantar las mismas acciones que hoy en día le parecen una terrible afectación ambiental en los cerros orientales, con lo cual se descubre lo que para muchos es la verdadera intención en contra de la alcaldía de Bucaramanga: presionar la entrega de los dineros por concepto de la sobretasa ambiental. Próxima columna: La guerra fría de la CDMB.