El alcalde Juan Carlos Cárdenas manifestó que él administraba para la ciudad y no para las redes sociales, olvidándose que fueron estas mismas las que lo pusieron en el cargo. Esta es una razón más que suficiente para escribir este artículo en nombre de Palermo, Manolete, El Denunciante, Laureano Tirado, Veedor 12, Juan Manuel González, Jorge Figueroa Clausen, Germán Torres, Lo que Pasa en Bucaramanga, Julián Jiménez-Rivero, Juvenal Bolívar, Milton Pabón, Cero Corrupción, Jalomón, César Fontecha,Carlos Toledo, Jorge Florez y Yeni Mariño, el mismo Edgar Suárez  y todas las demás cuentas que están o no de acuerdo con mi sentir.

Todos ellos hacen parte de ese mundo para el cual “no se gobierna”, pero les aseguro que sin ellos gobernar sería un desastre.

¡Respeten a la gente!

Lo peor que le puede pasar al gobierno de Cárdenas en estos momentos es desconocer a las redes sociales y a quienes permanecen activos dentro de ellas. En tiempos de confinamiento, cuando la virtualidad es la regla, sus comentarios, críticas o aplausos son fundamentales para dirigir a la ciudad, porque son ellos quienes reflejan el sentir de los ciudadanos y atraerlos a su entorno de poder podría significarle un éxito muy grande en su mandato.

Pero lastimosamente a este alcalde los tritones que lo rodean no lo están dejando ver la realidad del pueblo que lo eligió. Estamos en medio de una situación cuya solución supone grandes retos y para lo cual las decisiones que se tomen pueden llegar a transformar la percepción que tienen los ciudadanos frente a los gobiernos, pero pareciera que aquí lo más importante es hacer discursos desconectados de la realidad y matachitos de colores para anunciar medidas que no llegan al corazón de la gente, lo cual termina socavando un capital político que nadie está protegiendo en este momento: el de la CONFIANZA. ¿Se puede confiar en un gobierno que frente al tema de las ayudas humanitarias deja que su Secretario de Planeación le diga a la gente que “no la tenemos clara porque nosotros no sabemos”? La respuesta es un estruendoso NO.

No se puede confiar en un gobierno con un secretario de despacho que desconoce los fines del Estado, el interés general de la Constitución y las obligaciones tanto de la función pública como del cargo y, más encima, que adorna sus palabras con semejante falta de empatía hacia unos ciudadanos que en este momento lo que más esperan es que su gobierno, el gobierno que eligieron, se ponga en sus zapatos y entienda su sufrimiento.

¡Gobernando desde lejos!

Pero ¿cómo lo van a entender si no salen a cumplir con sus funciones? Los que tienen que estar en cuarentena son los ciudadanos y quienes tienen que estar afuera son los gobernantes, porque los alcaldes no son gatos de porcelana para decorar un despacho.

Los verdaderos dirigentes políticos son aquellos que están dispuestos a entregar hasta su vida por el bienestar de sus gobernados. Cárdenas dice no gobernar para las redes sociales, pero lo único que hace su administración es tratar de gobernar a la ciudad a través de ellas.

Y si no que nos lo digan los Presidentes de las Juntas de Acción Comunal a quienes se les envía un audio por WhatsApp pidiéndoles que salgan de sus casas para hacer los listados de las familias necesitadas y así poder entregarles las ayudas.

Y entonces ¿para qué carajos se tiene una Secretaría de Desarrollo Social? ¿Por qué les cuesta tanto entender que son ellos los que tienen que estar en la calle trabajando 24 horas por la seguridad de la gente? Lo están haciendo mucho mejor los médicos, las enfermeras, los policías, los soldados, los alféreces, los vigilantes y hasta los recolectores de la basura que estos flamantes secretarios, asesores y jefes de cuanta vaina se quieran inventar, están generando desde sus casas mientras hacen videítos para informarle a la gente la mejor manera de aguantar el hambre ¡Que valientes!

¡La necesaria revisión del gabinete!

Tres meses son más que suficientes para que Juan Carlos Cárdenas comprenda que se necesitan cambios urgentes en el gabinete para que lleguen personas que entiendan de lo público y que a su vez sean capaces de generar confianza y credibilidad en los ciudadanos.

Si las opiniones en las redes sociales no son suficientes para que se dé cuenta del rechazo de la ciudadanía hacia quienes lo rodean, que convoque entonces a un comité de emergencia social integrado por ex dirigentes de la ciudad que le ayuden a construir un verdadero derrotero político que le marque el camino hacia la grandeza.

Los bumangueses eligieron a un candidato, no a los que le pegaron los afiches en la ciudad o lo acompañaron a repartir volantes por los barrios. Nadie está obligando al alcalde a hipotecarles la administración pública en agradecimiento por su compañía, máxime cuando el descontento social de los habitantes de Ciudad Norte le está marcando, en la vía La Virgen, la línea divisoria entre el Facebook y la realidad de lo que significa el hambre y la desesperación.

Que a nadie se le olvide que gracias a las redes el enojo pasó de lo individual a lo colectivo, y si no se dan las respuestas adecuadas para convertir a las personas inconformes en garantes de los mensajes que se quieren difundir, la movilización del colectivo le va a traer grandes problemas a la ciudad, y mucho más cuando los barrios de Morrorico ya se están organizando para manifestar el mismo descontento.

El español Ramón Ramón dijo en el año 2015 en Bogotá que los políticos que no entiendan la importancia de la tecnología se pueden convertir en una amenaza para la sociedad. El alcalde debe entender que el pueblo ya no es el mensaje, porque ahora el mensaje son las personas mismas en su propia individualidad.

Cárdenas no debe desconocer a sus contradictores, porque son ellos los que día a día le están mostrando los errores que sus amigos no lo dejan ver, errores como contratar la compra de alimentos con la empresa dueña de los almacenes Justo y Bueno cuando en la puerta de la alcaldía tiene a los campesinos implorando que les compre sus cosechas, y eso sin descontar el asombro que genera el hecho de no haberle comprado los productos a los comerciantes de la ciudad, que son en últimas quienes pagan los impuestos con los que se cancelan los salarios y honorarios de ese kínder de funcionarios que hoy muchos califican de inoperante y bobalicón.

Para una sola cosa debe servir Juan Carlos Cárdenas: hacerle sentir a la gente que su alcalde está con ellos ¿Quería ser alcalde? ¡Eso es ser alcalde!

El descontento social de los habitantes de Ciudad Norte le está marcando a Juan Carlos Cárdenas la línea divisoria entre el Facebook y la realidad de lo que significa el hambre y la desesperación.


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