El 8 de agosto de 2020 el editor político de la revista Semana, Yesid Lancheros, le preguntó al alcalde de Bucaramanga, Juan Carlos Cárdenas, por el tiempo que éste llevaba sin hablarse con el Ingeniero Rodolfo Hernández, y la respuesta fue la siguiente: “hace unos días Yesid”. Esas palabras pasaron desapercibidas para muchos y nadie le dio la suficiente importancia al tema, pero para quienes conocen el verdadero trasfondo de las cosas, esa contestación se configura hoy en el mejor testimonio del incumplimiento de uno de los principios que Cárdenas juró cumplir solemnemente ante los ciudadanos: NO MENTIR.


Alcalde ¿Hace cuánto no habla con Rodolfo?

La respuesta que Juan Carlos Cárdenas debió haberle dado a Lancheros es que él no habla con Rodolfo desde mediados del mes de febrero. Las razones por las cuales le mintió al periodista probablemente obedecen al temor de tener que reconocerle a la ciudad y a sus electores que el desagradecimiento hacia el ingeniero es una realidad que ya no puede ocultar.

En reiteradas ocasiones ha manifestado que él no le debe sus votos a nadie, con lo cual demuestra una megalómana personalidad que le impide reconocer con humildad que por sí solo no hubiera podido llegar al cargo que hoy en día ostenta.

El desconocimiento que tiene sobre el territorio, su desinterés por las finanzas del municipio, la molestia que ostenta frente a la crítica, la desarticulación de las labores públicas, los deseos de complacer burocráticamente a sus contradictores, lo enceguecido que está frente a los abusos que comete su círculo más cercano con los recursos públicos en materia de contratación de personal, su desacertado manejo de la crisis social y sanitaria por la pandemia y la vida de sibarita que lleva, configuran los motivos por los cuales muchos están hablando de revocar su mandato, poniendo al frente de dicha posibilidad a Rodolfo Hernández, lo cual no tiene ni pies ni cabeza porque sus días están dedicados a conocer las necesidades del país desde las entrañas mismas de sus poblaciones.


¿Habrá revocatoria en Bucaramanga?

Todo proceso revocatorio es desgastante, tanto para quien lo emprende como para quien lo sufre. La utilización de esta figura jurídica es lo que más esperan los gobiernos mediocres para ocultar la incapacidad que tienen en el ejercicio de sus funciones, porque una vez iniciada la reclamación constitucional ya es sabido que esos mismos gobiernos se declaran víctimas de la persecución política y de los intereses electorales con los que acusarán a los promotores de la iniciativa.

El miedo a que su destitución se haga efectiva lleva al gobernante a formalizar alianzas con Dios y con el Diablo para no perder un poder que terminará repartiéndose con los políticos oportunistas que llegan a ayudar al mandatario con la causa de “mantenerlo a flote”. Rodolfo Hernández ya manifestó con claridad que esa no es su intención, sino la de las personas que constantemente van a visitarlo a su oficina, escenario que desde hace más de siete meses terminó convirtiéndose en el “desahogadero” de los ciudadanos inconformes con un gobierno que no da muestras de representar los intereses de los más humildes y desfavorecidos, a no ser que el “kínder” junto con sus novias y amigos sean la más clara muestra de la representación popular de los barrios y comunas de esta ciudad.

Revocarle el mandato a Juan Carlos Cárdenas sería darle el pretexto perfecto para que venda la idea de que su gobierno no pudo avanzar por culpa de los ataques de sus contradictores.

Lo que deben hacer los ciudadanos es exigir el cumplimiento de lo establecido en el Estatuto de la Participación Democrática (Ley 1757 de 2015) como lo es la rendición de cuentas por RESULTADOS. Es aquí en donde los inconformes encontrarán un camino propositivo y útil para construir un discurso de ciudad con el fin de proteger los recursos públicos e impedir que se los malgasten en una burocracia improvisada que solo le reporta beneficios individuales a quienes la ostentan.

La ciudadanía votó masivamente por un estilo de gobierno que solo ella y nadie más que ella es la llamada a hacerlo cumplir. Intentar revocar este gobierno sería engrandecer su mediocridad, pero exigir cuentas de sus acciones es empoderar a los ciudadanos, que es en últimas lo que se buscaba con un sucesor en el mandato.

Esa es la herencia que se debe defender y el ideario que menos se debe traicionar. Por ahora, después de la entrevista dada a la revista Semana, lo único que queda claro de Cárdenas es que ya tachó uno de los principios que juró cumplir en su posesión: NO MENTIR.

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