Lo primero que encontró el actual alcalde del municipio de Rionegro en Santander cuando entró a su oficina el primero de enero de 2020 fue una deuda superior a los 900 millones de pesos por concepto de servicios públicos correspondientes a las 109 instituciones educativas a cargo del ente territorial.
Así comenzaron las primeras horas de Rubén Darío Villabona Pérez, el candidato que logró posesionarse gracias a una coalición de partidos que hoy lo tiene gobernando uno de los municipios más importantes de Santander, pero contradictoriamente uno de los más olvidados y difíciles de manejar en el departamento.
La región olvidada
Rionegro es un municipio muy difícil de manejar administrativamente ya que cuenta con 98 veredas, 10 corregimientos y 126 juntas de acción comunal, además de que colinda con once municipios de tres departamentos distintos. Ese panorama es más que suficiente para entender los enormes desafios que enfrenta un alcalde a la hora de gobernar articuladamente, lo cual resulta mucho peor cuando se recibe un banco de maquinaria destruido en su totalidad, un corregimiento sin agua potable como lo es San Rafael y una escuela en San José de Los Chorros, la cual va a ser imposible poner en funcionamiento por el riesgo que implica para la comunidad escolar el hecho de haber sido construida debajo de cables de alta tensión.
Y eso es solo el inicio de la travesía que le espera al actual mandatario después del nefasto gobierno de Wilson González Reyes en el periodo 2016-2019, de quien afirman los pobladores que no fue al pueblo sino 45 veces en cuatro años, incluyendo cuando fue para celebrar por las calles que lo hubiesen dejado en libertad después de haber sido capturado por la supuesta conformación de una banda criminal para cometer asesinatos en la región.
La tarea tendrá que comenzar obligatoriamente en el bajo Rionegro, porque es allí donde se puede percibir a flor de piel el abandono estatal. Esa comunidad es considerada como sujeto de reparación colectiva por parte de la Unidad para la Atención y Reparación Integral de Víctimas después de sufrir la estigmatización de ser considerada una zona paramilitar.
Esa parte del territorio es uno de los campos agrícolas más productivos del departamento y por ello las reclamaciones sociales de sus habitantes adquieren una connotación económica que la Gobernación de Santander no puede desconocer dado que las vías allí existentes son secundarias y no pueden recibir inversión pública municipal.
Por eso resulta necesario que los empresarios del sector palmero y petrolero entiendan la importancia de la fórmula jurídica que desea desarrollar el alcalde Villabona conocida como “obras por impuestos”, la cual ya se viene implementando con éxito en el municipio de Girón. Su aplicación tiene una trascendencia que va más allá de lo público dado que el sector privado necesita unas mejores condiciones en infraestructura vial para poder seguir invirtiendo en ese Rionegro que muy pocos conocen.
La verdadera despensa agrícola
Muchos de los ciudadanos del área metropolitana recorren diariamente el puente vehicular más importante de Bucaramanga sin saber que el nombre de un rionegrano soporta su existencia. Benjamín García Cadena fue un respetado gobernador y un ilustre ingeniero que le abrió paso al urbanismo en Floridablanca sin que al día de hoy se lo reconozcan como es debido.
Ahí está la segunda tarea para el alcalde municipal: recuperar la memoria histórica de Rionegro para que los santandereanos conozcamos la importancia de su tierra en nuestro desarrollo como región. La posible llegada de la comercializadora internacional de frutas Rosdel al municipio podría complementar el esfuerzo que viene haciendo la Federación Nacional de Cacaoteros de la mano de Elvin Javier Barajas para fortalecer la economía local y proyectar la buena imagen del trabajo que desarrollan los campesinos y empresas locales.
Apoyar estas iniciativas agroindustriales debe ser una prioridad de la administración pública para construir un municipio más próspero y digno de mostrar. Si ese trabajo no se hace ahora, no se hará nunca. El alcalde Villabona lo sabe y por eso no puede detenerse en su labor porque, si lo hace, se lo terminará cobrando la historia.