Lo que están viviendo los gobiernos municipales no tiene antecedentes en la historia del país y por eso no deja de ser importante ver a los alcaldes de Girón y Piedecuesta trabajando incansablemente por su gente, así como también resulta un aliciente en medio de la pandemia el cambio de actitud que ha tenido Juan Carlos Cárdenas en las dos últimas semanas, algo que le ha permitido tomar las riendas del poder que le fue entregado por los ciudadanos en beneficio de las personas más necesitadas.

Un análisis en el cual no se puede dejar por fuera a Miguel Ángel Moreno Suárez, el alcalde de un municipio que pareciera estar condenado a vivir de desastre en desastre. Su llegada al poder está precedida por el apoyo del ex alcalde Mantilla y la fuerza popular de la hoy diputada Claudia Lucía Ramírez, quienes junto con su movimiento RENACE fueron en últimas los que se echaron al hombro la responsabilidad de transformarlo en mandatario.

Fue ella la que terminó convirtiéndose en el “Ángel” de la campaña de un minúsculo candidato que desde entonces se sabía que no tenía ni el talante ni el carisma para dirigir a Floridablanca. Antes de que los barrios recibieran las ayudas humanitarias por parte del municipio, ella ya los había recorrido primero; mientras ningún funcionario daba la cara por las obras inconclusas del Intercambiador de Fátima, ella estaba luchando por los recursos para la terminación del mismo; y durante el tiempo en que Moreno Suárez se encerró en un apartamento al igual que todos sus funcionarios por temor al coronavirus, el único rostro político que me encontré por las calles, mientras realizaba labores sociales, fue el de Ramírez.

Y aunque a muchos les cueste reconocerlo, tanto ella como la concejal de LA LIGA Myladi Tovar Cabarique se están convirtiendo en las verdaderas defensoras de los intereses de un pueblo que hace muchos años no veía liderazgos sociales tan marcados. Miguel “Ángel” Moreno podrá ser el alcalde, pero no podrá pasar a la historia si llega a desconocer a la única mujer que sí es capaz de llevar a la realidad su segundo nombre a cuestas.

¡El desastre!

Uno de los problemas más grandes de la dirigencia política de Floridablanca es su falta de unión cuando el pueblo más los necesita. En medio de esta pandemia son muchos los políticos que no aparecen por esas mismas calles que recorren cuando están en campaña, algo que se vuelve imperdonable cuando más se les necesita.

De ahí que no me causa ninguna extrañeza observar que a ninguno de esos supuestos líderes le importa la suerte de cientos de familias del asentamiento Asomiflor, lo cual incluye al mismo alcalde, a quien no se le ha visto la cara desde el día en que un derrumbe puso en riesgo la vida de quienes allí habitan. Esta situación se viene manejando con un desprecio absoluto en medio de la cuarentena que a todos nos ha tocado vivir, y quizás por eso el resto de los ciudadanos no se ha dado cuenta de la magnitud del problema.

Pareciera que al único que le importa la suerte de esas personas es al ambientalista David Guerrero, quien ya fue sacado del sector por la misma policía que con la más absoluta indiferencia en nada le importó la labor que este muchacho venía haciendo por los damnificados.

Pasar por allí es recorrer un territorio sin gobernabilidad y sin ley, en donde no se ha movido un solo centímetro de tierra desde el mismo día del deslizamiento ni se han implementado las medidas de prevención del riesgo para que el desastre no sea mayor del ya vivido.

Los niños siguen jugando al borde del abismo que allí se creó y los carros que transitan por la parte alta siguen aportándole al terreno más peso del que puede soportar, pero nada de eso le importa a los “imparables” de este gobierno, y mucho menos a un secretario de infraestructura más preocupado por legalizar los contratos de los amigos de Barranca, o a un secretario jurídico que se cree el centro del mundo mientras defiende a los gatos de la entidad.

¡Floridablanca lo necesita señor gobernador!


¿Qué es lo que no entienden los gobernantes de la empatía con los ciudadanos en tiempos de crisis? Lo primero que hay que hacer aquí es presencia gubernamental en el sector, la cual debe ser liderada por el alcalde mismo quien hasta el día de hoy no ha hecho ningún recorrido por el sitio afectado.

Una vez evaluada técnicamente el escenario junto con su equipo de trabajo (y saldrán a decir que eso ya está listo) deben iniciar de forma inmediata los trabajos de remoción de tierra de manera concomitante con el monitoreo y seguimiento preventivo de los desplazamientos del terreno, sin dejar de lado el cerramiento del predio en su parte posterior contiguo a la zona de escarpe, la cual sigue sin ninguna clase de protección que restrinja el paso sobre ella.

Es lo más básico en esta clase de calamidades y ni siquiera eso se ha hecho por parte los organismos municipales. Si en Floridablanca no hay gobierno, los ciudadanos tendrán que acudir a los concejales y diputados en aras de proteger sus vidas, exceptuando a la nueva cara de la política que en su condición de líder de la oposición no marca sino un camino de temor y de abandono.

En el presente caso se hace necesario que los diputados del área metropolitana como lo son Jonathan Duarte y Anabel Tarazona se apersonen de la situación junto con la diputada Ramírez, sin dejar a un lado el apoyo que el diputado Mauricio Mejía podría llegar a darles, para solicitarle la inmediata colaboración al Gobernador de Santander con el fin de que la Unidad de Gestión en Riesgos, a cargo de César Augusto García Torres, se apreste a resolver esta situación de una buena vez por todas.

Ya habrá tiempo para escribir de los favores pagados entre el doctor Alberto Barón y la empresa Yara S.A.S. de propiedad de la doctora Jessica Raquel Quenza, de la continuidad en materia de contratación con la empresa Aclarar S.A.S., de la llegada de la familia del señor Mauricio Enrique Lacharme Parada, contratista con Trair S.A.S. del helicóptero utilizado por el Ñeñe Hernández y Didier Tavera durante su mandato en la gobernación de Santander, y de la abogada contratista que vota en la ciudad de Managua. Por ahora salgamos de lo más importante: el bienestar de los ciudadanos afectados en Asomiflor.

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