Por eso resulta tan triste que un hombre como Salvador Molina Saavedra termine siendo quien represente los intereses y los valores de los florideños. Yo soy un hombre que al igual que muchos está lleno de errores, pero dentro de mis equivocaciones nunca ha existido espacio para la hipocresía, que es en últimas lo que mejor caracteriza al concejal Molina. Hace tan solo ocho meses en la plenaria del Concejo de Floridablanca, Molina se rasgó las vestiduras mencionando las “pecaminosas propuestas” que había escuchado en un audio en el que se estaban mencionando las componendas para la elección del contralor del municipio, por lo cual en compañía de sus abogados decidió interponer las respectivas denuncias ante la Fiscalía General de la Nación en aras de evitar la consolidación de un posible delito. Y hoy, después de declarar su inmensa indignación ante esas componendas, el que al parecer resulta haciéndolas es él, con lo cual se configura la inmensa hipocresía con la que ha manejado su vida política en la ciudad. Ya transcurrió una semana desde el momento en que en este mismo espacio se divulgó el audio que contiene el mensaje que le envía a un destinatario a quien él mismo denomina “su señoría”, con el fin de “cuadrar” las cosas para que una persona cercana a su grupo político se quede con la Contraloría Municipal. La misma componenda por la cual tan solo unos meses atrás se quejaba con tanta indignación.
Las verdaderas intenciones del Concejal
Los golpes de pecho del concejal Molina por la dignidad de la política no son nuevos. La reafirmación de los mismos se dio el día 21 de mayo de 2020 cuando en el programa radial de Alfonso Pineda Chaparro manifestó su extrañeza porque el alcalde Miguel Ángel Moreno no le contestaba el teléfono. Cualquiera podría llegar a pensar que su interés por hablar con el mandatario era para tratar temas de ciudad, pero eso es lo que menos le importa a una persona como él.
Muestra de eso es que sus insistentes llamadas no tenían un fin distinto que el de presionar la contratación de sus recomendados en la administración pública, y muy especialmente la de Gabriel Caceres Avellaneda en el Instituto de Deportes de Floridablanca y Viviana Rodríguez Rodríguez en la Oficina de Planeación. El mismo modus operandi que utilizó en el año 2019 para que le vincularan a 48 personas allegadas a su equipo político en las diferentes dependencias de la municipalidad, dentro de las cuales se encontraba el hoy concejal de Bucaramanga Carlos Andrés Barajas Herreño, a quien le dieron un contrato en la Casa de la Justicia con una asignación mensual de $3.500.000, para después ser reemplazado a petición del mismo concejal por Jonathan Afanador Ariza.
¡Y aún así tiene el cinismo de decir que está preocupado por el valor de la contratación del plan de desarrollo!
Una actitud hipócrita
A Salvador Molina lo que más le sobra es hipocresía y eso quedó demostrado con el trámite del Plan de Ordenamiento Territorial, donde siendo ponente del mismo consideró necesario reubicar la industria existente en el centro urbano tradicional, pero no tuvo el más mínimo sonrojo para aprobar un cambio de uso de suelo industrial en el Barrio La Cumbre que terminó favoreciendo los intereses de sus amigos en la empresa Carfrisan. Eso fue lo que les dejó a los habitantes de dicho barrio: la acomodación de sus intereses.
Son varios audios los que dan cuenta de estas verdades y otras tantas que le impedirían siquiera salir a dar la cara, porque la publicación de cada uno de ellos lo hundiría aún más en sus propias explicaciones. La Fiscalía ya presentó las respectivas solicitudes ante el Concejo Municipal para conocer del caso y será el mismo concejal quien tendrá que salir a decir, como en su momento se lo manifestó al periodista Pastor Vesga Ramírez en relación con el audio del concejal Esparza, si la voz que aparece en el audio es la de él o no lo es.
El Concejal ha manifestado que estos son ataques para acabar con su carrera política, pero en honor a la verdad, el único que la ha venido acabando es él mismo. Esta clase de cosas son las que me llevan a pensar seriamente si vale la pena seguir en esta labor o no. Personajes como el Concejal Salvador Molina son la más clara muestra de que las denuncias en este país no tienen valor alguno. Este ejercicio ha sido una labor agotadora en la que semana tras semana me lleno de enemigos que siguen y seguirán haciendo de las suyas sin que nada los detenga, porque la justicia en este país hace muchos años que dejó de existir.
Nada de esto cambiará si la sociedad no entiende que debe asumir las riendas de su propio destino sin pensar en otra cosa que en el bienestar del pueblo, impidiendo a toda costa que sus gobernantes solo actúen junto con sus socios para el beneficio de sus propios intereses. ¿O me equivoco alcalde Cárdenas?